viernes, 10 de enero de 2014

Cinco, cincuenta copas

De las manos se asomaban las cadenas que eligió como compañeras
Se suspenden así, como péndulos punzantes
No te quise nunca te querré como algo más dijo él
y yo vi florecer algo así como una azucena
En la cara de ella aún quedaba resplandor de sus días
y el pendular y el pendular de él
Y yo me lo topé con algo más que cinco copas
en un vaso del que yo suponía era miel
Fuimos vacilantes, entre amanecer y amanecer,
de las cinco hicimos veinte, veintiuno, veintitrés
Al que yace en mi casa, una sorpresa le he de tener
el encuentro de un objeto perdido, la boca que sabe decir
el canto de las sirenas encerrado en una caracola
y el mar de posibilidades que acarrea un encuentro casual
se expone a su vez en el choque portuario
entre naturalezas cósmicas, mentira y verdad.

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